viernes, 18 de septiembre de 2009

EL FONDO Y LA FORMA







DEPENDE DE LA FORMA


Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.
Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.- Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
- De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
- Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.
- La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.


Web Católico de Javier

viernes, 15 de mayo de 2009

SOLO PARA UNOS POCOS

El perro fiel
Un perro llevaba en una canasta, para la casa de su amo, un buen pedazo de carne. Por el camino encontró a su pariente el cimarrón, quien entabló con él conversación amistosa. No comía todos los días el pobre, y de buena gana hubiera mascado un poco de lo que llevaba el perro. Hacía mil indirectas; ofrecía sus servicios para cualquiera oportunidad; proponía ciertos cambiazos muy ventajosos, según él, enumerando con énfasis las varias reses que decía tener guardadas.-Dame la canasta -decía al perro-; te la voy a llevar hasta casa, y allí verás cosa buena.Podrás elegir a tu gusto la presa que más te parezca debe ser del agrado de tu amo, a quien tanto deseo conocer, y así se la ofreces de mi parte.El perro, sin desprender los dientes, medio le contestó que no tenía tiempo, que dispensara, y para evitar compromisos, se apretó el gorro.Algo más lejos, dio con un puma flaco, hecho feroz por el hambre.El perro, en otra ocasión hubiera disparado; pero el deber lo hizo valiente. Puso en el suelo la canasta, enseñó los colmillos y esperó el ataque. El puma se abalanzó más a la canasta que al enemigo, pero antes que la pudiera agarrar, el perro lo cazó de la garganta y lo sacudió de tal modo que se volvió el otro para los montes, sin pedir el vuelto. Trotando, seguía el perro con la canasta, cuando se vio rodeado, sin saber cómo, por cuatro zorros. Se paró; se pararon ellos.Volvió a caminar; se volvieron a mover: pero como se le venían acercando mucho, y que si soltaba la canasta un solo rato, para castigar a alguno de ellos, los otros aprovecharían la bolada, optó por quedarse al pie de un árbol, y esperar con paciencia que le vinieran a ayudar.Pasaban las horas; los zorros no se atrevían a atacarlo, pero, pacientes, espiaban un descuido del fiel guardián. Ni pestañeó siquiera, y cuando lo atormentó el hambre, no se quiso acordar de lo que llevaba, pues era ajeno.Al fin, vino el amo, inquieto, buscándolo. Dispararon los zorros; el perro fue acariciado como bueno.Pues había sabido tener, para conservar, más astucia que el astuto para adquirir, más fuerza que el fuerte, más paciencia que el paciente.De otro perro cuentan que, también llevando carne, se vio de repente atacado por uno mayor que él y más fuerte. Puso en el suelo la carne, y sin vacilar, peleó, como guapo y fiel que era; pero se juntaron otros perros y entre todos, ya lo iban a obligar a ceder y a robarle lo que llevaba. Se le ocurrió entonces que, ya que no podía salvar la carne, siquiera él también debía tomar su parte de ella: arrancó un pedazo y con él se mandó mudar, dejando que los demás siguiesen disputándose el resto.

Hay héroes que sólo son héroes, y hasta el fin; pero son pocos.

martes, 17 de marzo de 2009

Sigue haciendo lo que estas haciendo, seguiras consiguiendo lo que has conseguido.

No pretendamos que las cosas
cambien si siempre hacemos
lo mismo”. La crisis es la mejor
bendición que puede sucederle a personas
y países porque la crisis trae progresos.
La creatividad nace de la angustia
como el día nace de la noche oscura.
Es en la crisis que nace la inventiva, los
descubrimientos y las grandes estrategias.
Quien supera la crisis se supera a si
mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus
fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más
a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la
crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los
países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina,
una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis
donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo
viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es
exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro.
Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que
es la tragedia de no querer luchar por superarla.
Albert Einstein

miércoles, 3 de diciembre de 2008

3 de Diciembre - San Francisco Javier


Nunca su Cruz dejaba tras Banderas

ir más allá por tierra y por mar

aguila audáz se alzó entre las primeras

danos Javier, tu afán de conquistar.


No le movió soñar de aventurero

ni la ambición de avaro mercader

buscando a Dios, de pié sobre un velero

bogado vá Francisco de Javier.


En tanta miez Javier solo es muy poco

siente caer sus brazos con la cruz

quiso invadir al mundo como un loco

para arrastrar tras si la Juventud.


India, Japón, imperios son pequeños

para saciar su ardiente corazón

y al desgarrar los hombres sus ensueños

roto estallá aquel volcán de amor.


Nunca su Cruz dejaba tras Banderas

ir más allá por tierra y por mar

aguila audáz se alzó entre las primeras

danos Javier, tu afán de conquistar.







martes, 25 de noviembre de 2008

SUPERACION Y DETERMINACION


LO RECIBI DE ramiro_scout@yahoo.com.ar , ME GUSTO Y LO "ROBE"

QUE DISFRUTEN...
...Están los que usan siempre la misma ropa.
Están los que llevan amuletos.
Los que hacen promesas.
Los que imploran mirando al cielo.
Los que creen en supersticiones.
Y están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas.
Los que siguen jugando cuando se acaba el aire.
Los que siguen luchando cuando todo parece perdido, como si cada vez fuera la última vez. Convencidos de que la vida misma es un desafío.
Sufren. Pero no se quejan. Porque saben que
El dolor pasa.
El sudor se seca.
El cansancio termina.
Pero hay algo que nunca desaparecerá: La satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos. En sus venas corre la misma sangre.
Lo que los hace diferentes es su espíritu. La determinación de alcanzar la cima.
Una cima a la que no se llega superando a los demás. Sino superándose a uno mismo.
Cuando decidas hacer algo, hazlo aún a riesgo de lo que sea.
Si te sale bien habrás ganado, pero si no resulta como esperabas, habrás ganado aún más, porque te dará la experiencia y sabiduría, para mejorar cada día.
Así, cuando decidas a hacer algo, HAZLO, no trates de hacerlo, sólo hazlo, pues tratar de hacerlo es un doble esfuerzo.

jueves, 23 de octubre de 2008

EL ROVER QUE FUE SOLDADO



Veinte intensos días había pasado desde que se había iniciado la guerra. Una guerra tan inesperada como emocionante. Emotiva por sus razones históricas y porque sacudió el sentimiento épico de los grandes momentos de gesta por los que toda nación transita alguna vez en su historia. Algunas más seguido que otras.
En el caso de mi país, los ecos de epopeya ya resonaban algo huecos, bibliográficos; aplastados por el paso de una centuria.
Sin analizar demasiado las razones profundas del conflicto y solamente empujados por un genuino compromiso cívico, muchos jóvenes nos sentimos tentados de participar en la lucha, ser parte de la historia. De vivir la hazaña de defender a nuestro país.
En el clan la actividad era febril. Si toda la sociedad participaba de los eventos, ora con trabajo, ora con joyas, cuanto más debíamos nosotros, todos los scout, queríamos redoblar los esfuerzos de servir. Mucho más que en tiempos de paz.
A pesar del nerviosismo y la fatiga que nos abrumaba por la inacabable tarea, el clima dentro del clan era especial por una razón poderosa y excluyente: a diferencia de las demás ramas, los Rover estabamos en potenciales condiciones de ir a combatir; fundamentalmente por cuestiones de edad. Aunque sólo dos tenían chances ciertas.
Uno de nosotros, un tipo especial llamado Tío Kim (como le decíamos por haber leído y releído decenas de veces las historias de Kim de la India de Kipling), se había alistado y esperaba ansioso el llamado, que nunca se produciría, por otra parte, debido a la brevedad que tuvo la guerra.
Todos lo admirábamos por el gesto, y muchos de nosotros lo hubiéramos seguido, a no ser por que ninguno alcanzaba la edad suficiente. Salvo Nacho.
Mi gran amigo Nacho.
Era un par de años mayor que yo y habíamos coincidido por un buen tiempo en las distintas etapas scout. Fue siempre para mí como un hermano mayor.
Cuando yo pasaba a una rama él ya estaba, desde hacia un año o dos, invariablemente convertido en líder y ocupando un puesto a su medida. Tenia una personalidad atrayente; algo precoz por su madurez e inteligencia. Era extraño verlo cometer un error grueso o hallarlo en un comportamiento que desentonara con las circunstancias.
Nacho sí tenia posibilidades muy concretas de ser llamado, y en virtud de ello no se ofreció como voluntario. Estaba seguro de que lo harían.
Realmente éramos un grupo de rovers excepcional. Había una gran química entre todos nosotros. Un sentimiento casi místico. Y en esos momentos que vivíamos, todos albergábamos la misma pasión, el mismo ímpetu irrefrenable de querer combatir. Estabamos dispuestos a morir por aquello que considerábamos justo e inclaudicable. A pesar de ello, nuestro sentimiento - ahora lo veo- no era más que un espumajeo de heroísmo juvenil. Todos sentíamos la locura intrépida de aquellos momentos y sentíamos su belleza e intensidad electrizante. Aunque no era el caso de Nacho, su reacción era distinta. Sinceramente lo envidiábamos porque indudablemente lo llamarían.
Ahora, en la perspectiva de mi propia vida, veo todo aquello con cierta tristeza, pero reconociendo la huella maravillosa e indeleble que dejo en mi para siempre la evolución de los hechos.
Una tarde, nos había extrañado el retraso de Nacho, a quien esperábamos desde hacia ya algunas horas. De todas maneras, seguimos con nuestro trabajo de reparar prendas y clasificar alimentos que serian llevados al frente. Al escenario del conflicto.
Repentinamente nos cruzamos las miradas entre todos sin decir palabra. Salimos del galpón en que estabamos al escuchar la voz de él, lo habían llamado a la guerra.
Nos acercamos en tropel a tratar de arrancarle la misiva con el sello inconfundible del Ejército, a felicitarlo y mirarlo en su contagiosa exaltación. Realmente a envidiarlo.
Los términos de la carta no podían ser más escuetos y austeros. Explicaban secamente su deber de ciudadano e indicaban el lugar, fecha y hora de presentarse para “ tomar las armas en defensa de nuestra nación”, tal y como refería el comunicado.
En ese momento se hizo presente el jefe del clan, Vizcacha Astuta, según su tótem, y todos dirigimos nuestras miradas hacia él. Vizcacha era un viejo maestro scout que frisaba ya la segunda mitad de sus cincuenta años y era para todos nosotros, un segundo padre, un consejero. “El amigo experimentado”, como le solíamos decir. A pesar de su nombre algo cómico, Vizcacha era el gran apoyo de toda nuestra efervescencia juvenil y de la adolescencia tardía de algunos. Para otros era el padre que no tenían en la casa. Él nos conducía y nos advertía del siguiente escollo en el río de la vida.
Cuando se aproximo al ruidoso circulo que festejaba y congratulaba al futuro soldado, las voces disminuyeron hasta que se apagaron por completo. Nacho, en silencio, extendió la nota de reclutamiento a nuestro dirigente, y este la leyó con lentitud. O al menos así nos apareció a nosotros que nos urgía ver su reacción.
Doblando el papel con cuidado, como si meditara una actitud, miro con profundidad a su rover mientras le entregaba la carta
-¿Sabes bien lo que esto significa? – Pregunto con expresión grave.
-Sí _ dijo Nacho con altivez y el orgullo que sentía en el corazón.
Nacho era muy pensante. Seguramente antes de recibir la carta ya habría meditado sobre todas las implicaciones en caso de ir a la guerra.
-¿Qué significa?- repregunto el maestro scout con la evidente intención de aquilatar la respuesta de Nacho.
-Significa que me pueden matar. Y que, sino muero, puedo llevar las huellas de lo que allá viva por el resto de mi vida.
- ¡ Dios mío! – pense para mí. Yo ni siquiera había llegado a pensar en esa posibilidad. Y seguramente muchos de mis compañeros tampoco lo habían hecho. La contundencia de su respuesta fue una cachetada de hombría y madurez que nos dejo atónitos. Cuanto más valor hacia falta para ir a la guerra, teniendo en cuenta la plena conciencia de todas las nefastas posibilidades que depara el campo de batalla. En ese momento admire y quise aun más a mi amigo de tantos años.
Durante unos segundos. Vizcacha y Nacho se hablaban con un lenguaje visual y profundo. El jefe le extendió la mano izquierda y ambos se saludaron con la seña scout. Ambos con total altivez y a la vez emotiva.
- ¡Siempre Listo! dijo el jefe
- ¡Para servir! Contesto Rover trémulo de orgullo.
Después estallo entre ellos un abrazo prolongado. Nacho increíblemente para nosotros, rompió a llorar.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuando termino la guerra, después que nadie hablo de cómo había sido allá, y ahora que el nombre de NACHO se repite en tantos bronces cubiertos por las sombras de innumerables banderas, nos acordamos de él.
Años después indague y puse saber algunos detalles de cómo transcurrieron los hechos y cuales fueron las circunstancias que tuvieron que ver con él.
Dicen sus compañeros de batallón que lo de Nacho fue increíble. Contaron que cuando todo parecía perdido, cuando el miedo, el frío y el avance enemigo provocaban terror y angustia, él exhortaba a todos y les daba aliento. Dicen que iba de refugio en refugio repartiendo comida que nadie, sabia donde conseguía. Algunos sospechaban que burlando la vigilancia enemiga a riesgo de ser herido. Dicen que, cuando estallo la lucha, fue el primero en organizar la defensa. Contaron que realizaba incursiones de observación y que armaba, para el enemigo, trampas que no había aprendido en el ejercito; que disparaba como poseído y que ganaba posiciones en el campo de combate, para así evitarles a sus compañeros acobardados tener que cumplir con esas ordenes.
Al parecer, también les había enseñado a apuntar y a cuidar sus armas a los que no sabían. Que los protegía como un hermano mayor.
La verdad me lo puedo imaginar a Nacho así; tal como era con migo.
Un oficial superior suyo al que un día fui a visitar, me contó que el grupo de Nacho fue el que detuvo durante todo un día y toda una noche el avance enemigo, que ya no les quedaba comida y que las municiones escaseaban.
El oficial recordó que no eran mas de veinte y que era Nacho el que los conducía.
Ese día también me narro la forma en que, sin balas, juraron no rendirse y no abandonar sus puestos de combate. Después de eso solo aguardaron en sus escondites, con sus bayonetas desnudas, a que el enemigo pasara por allí.
Me contó también que, en el refugio, Nacho repetía una oración desconocida, una y otra vez.
Me dijo, finalmente, que fue un héroe.
Recuerdo como me miro cuando me saludo por ultima vez. Creo que él era el único de entre nosotros que estaba preparado; que sabia donde iba.
Tal vez del otro lado de la línea, en el lado enemigo, también hubiera algún Rover como él, dispuesto a todo, y acaso también hoy sea un héroe. Como un verdadero Rover.


miércoles, 15 de octubre de 2008

FRASES GENIALES


Palabras de Albert Einstein

Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres.

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.

Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos.

Cada día sabemos más y entendemos menos.

En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor.

Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.

El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados.

No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos.

Cuando las leyes de la matemática se refieren a la realidad, no son ciertas; cuando son ciertas, no se refieren a la realidad.

Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.

La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia.

Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo.

Una velada en que todos los presentes estén absolutamente de acuerdo es una velada perdida.